¡Conviértete!

jueves, 19 de marzo de 2009

“¡Conviértete! Sí,
volverme otra, pero no yo,
sino dejarme volver
y convertirme por Dios.

En manos de Jesús,
a su disposición.
¡Que Él obre en mí
y por mí,
Él me reconcilie consigo!

Yo por la humildad desaparecer,
no creerme capaz,
no sentirme con fuerzas y virtud
para valerme y bastarme.
En manos de Dios,
como niña pequeña.”

(encontrado en una nota de la Hna. Martha)

Busco un corazón puro y hago allí el lugar de mi descanso.
Imit. Lib. IV Cap. XII.


Religiosas del Sagrado Corazón.

“TE ALABO, PADRE, porque escondiste estas cosas a los sabios y a entendidos, y las revelaste a los pequeños” (Mt 11, 29). Esta Palabra del Señor siempre me viene al corazón cada vez que evoco la persona de la Hermana Martha Pereyra Iraola. En ella resplandecía esa pequeñez sobrenatural, que es humildad ante la grandeza y la gloria de Dios.

La Hermana Martha es un rayo de luz que pasó por la vida de esta Arquidiócesis predicando, con su solo vivir, la mansedumbre del mensaje evangélico. Pero no se trataba de una mansedumbre y humildad pasivas, sino fuertemente apostólicas, porque la Hermana Martha tenía celo apostólico. Amaba a su Señor y ardía porque fuera conocido y amado.

Muchas veces hablé con ella y, después de esas conversaciones, salí renovado y con deseos de seguir más de cerca al Señor. A ella le debo mucho, pues su ejemplo me fortaleció para seguir adelante en el servicio del Señor.

[…]

Buenos Aires, 11 de febrero de 2006, festividad de Nuestra Señora de Lourdes.

Cardenal Jorge Mario Bergoglio, s.j.
Arzobispo de Buenos Aires.

Oración

Te damos gracias, Señor,
por la vida de nuestra Hna. Martha.
En ella vimos el reflejo de tu corazón.
Lo volcaba en palabras y gestos de amor
y servicio a cada persona,
en lo cotidiano de la vida.
En su sonrisa y alegría
¡transparentó tu presencia!
Vimos su fidelidad en cada cambio que le tocó vivir,
abierta y disponible, pobre y pequeña.
¡Creciendo siempre más!
¡Tu Reino y tus preferencias se hicieron suyas!
¡En su Dueño estábamos todas y todos!
Hoy te presentamos y confiamos,
por las manos de Martha,
esta gracia que necesitamos alcanzar…
y su beatificación.
Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Con la aprobación del Cardenal Jorge Mario Bergoglio, s.j.

Se ruega a quienes obtengan gracias por intercesión de a Sierva de Dios, que las comuniquen a las Hermanas del Sagrado Corazón: secretariaprovincial@confar.org.ar

Biografía

La Hna. Martha nació en Buenos Aires el 26 de agosto de 1913, la sexta hija de D. Martín Pereyra Iraola y Esther Ayerza. Un hogar feliz de diez hermanos donde la fe profunda acompañaba la vida de familia, de mucho cariño. La preocupación de sus padres era “enseñarle a vivir para Dios y para los demás”, contaba ella. Pero pronto entró el dolor, con la muerte de su madre en 1922, dejando la hija más pequeña, María Luisa, de seis meses. Se educó en el Colegio del Sagrado Corazón, y a los dos años de terminar, descubrió su vocación religiosa, y entró en el Noviciado del Sagrado Corazón el 23 de junio de 1933. Desde esta etapa, su vida entera fue de entrega fiel en amor creciente a su Señor, y en abnegación alegre a todo lo que se fue presentando. Después de sus primeros votos, comenzó su vida en los colegios, más bien en trabajos escondidos, dando todo su cariño a todos, niñas o monaguillos. Su profesión perpetua fue el 9 de abril de 1942. Luego tuvo tareas de más responsabilidad, costosas a su deseo de vida más oculta.

En el cambio de la vida religiosa después del Concilio, mostró su fidelidad creyente, y gozó mucho en los nuevos apostolados cerca de los pobres, donde le tocó vivir: interior de Argentina (Reconquista y La Rioja), y barrios del Gran Buenos Aires (Libertad y Villa Diamante).
Por salud tuvo que volver a la comunidad grande, donde vivió sus últimos años, dando toda la medida de su caridad, en la acogida atenta y alegre a todos, siendo transparencia de Dios. Él la llamó sorpresivamente, y en un instante se encontró en los brazos del Padre, donde sin duda siempre quiso estar, el 25 de agosto de 1998.
 
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