jueves, 19 de marzo de 2009

“TE ALABO, PADRE, porque escondiste estas cosas a los sabios y a entendidos, y las revelaste a los pequeños” (Mt 11, 29). Esta Palabra del Señor siempre me viene al corazón cada vez que evoco la persona de la Hermana Martha Pereyra Iraola. En ella resplandecía esa pequeñez sobrenatural, que es humildad ante la grandeza y la gloria de Dios.

La Hermana Martha es un rayo de luz que pasó por la vida de esta Arquidiócesis predicando, con su solo vivir, la mansedumbre del mensaje evangélico. Pero no se trataba de una mansedumbre y humildad pasivas, sino fuertemente apostólicas, porque la Hermana Martha tenía celo apostólico. Amaba a su Señor y ardía porque fuera conocido y amado.

Muchas veces hablé con ella y, después de esas conversaciones, salí renovado y con deseos de seguir más de cerca al Señor. A ella le debo mucho, pues su ejemplo me fortaleció para seguir adelante en el servicio del Señor.

[…]

Buenos Aires, 11 de febrero de 2006, festividad de Nuestra Señora de Lourdes.

Cardenal Jorge Mario Bergoglio, s.j.
Arzobispo de Buenos Aires.

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